Lo confieso, los que llevamos media vida asistiendo a asambleas, en muchas ocasiones nos parecen todas demasiado parecidas. Cuorum, memoria, balance económico, votación, enmiendas, votación, otra ronda, renovación de cargos, votación, otra ronda… Incluso los mismos comentarios por los pasillos “es que llevamos toda la mañana votando” “que denso es este documento”… Gracias a Dios, hace ya algunos años, llegó a nuestras vidas LA BARBACOA, donde recuperábamos esos momentos de encuentro que tanto nos gustan, ese compartir informal. Pero casi siempre nos sabía a poco y reflexionábamos “es que esto es una asamblea, ¡no es un encuentro!”.
Hasta que llegó la asamblea ´22, ¡¡ La asamblea que se convirtió en encuentro!!
Que sí, que tuvimos cuorum, votamos, revisamos la memoria, las cuentas y la proyección de futuro de la asociación. Pero hasta lo más denso y pedregoso se presentó en un formato que entraba por los ojos y que se comprendía en un golpe de vista. En la línea de la agenda 2030, no se puede hilar más fino.
Por la tarde contamos con una práctica reflexión del Hermano Paco (cortita pero iluminadora) que nos hizo poner los pies en la tierra y palabras a muchas necesidades personales y de la asociación.
Y continuamos con los juegos. ¡Tarde de juegos! Juegos de mesa que nos hicieron mezclarnos, reírnos, imaginar, compartir más tiempo con los niños… pero también nos hicieron aprender y reflexionar sobre los distintos roles y posicionamientos que como Misevis estamos llamados a jugar hoy en día en nuestra sociedad.
Y todo, como siempre, con espacios de oración muy cuidados, con una eucaristía que hacía vibrar el corazón con cada lectura y canto. Y con el emotivo envío de Mari, que ya está deseando llegar a Angola.
La presencia de los niños correteando, participando, de mano en mano, de brazos en brazos. Siempre es una riqueza que nos alegra el corazón y saca nuestro lado más tierno.
Si. Sé que vendrán otras asambleas en las que se deberán aprobar documentos, votar cargos y servicios, sé que vendrán asambleas más densas. Y ahí estaremos. Pero de momento sólo puedo decir que yo he tenido la suerte de vivir la asamblea que se convirtió en encuentro y que a Zamora me he traído un “as en la manga”. Eso sí, un as de corazones, como no podía ser de otra forma viniendo de Misevi.
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