Nos costó trabajo reconocer la gravedad de lo que estaba ocurriendo. En cierta forma nos creíamos superiores. Eso no puede pasar aquí, pensaban muchos que lo traducían en la frase: es una simple gripe… Pero llegó el estado de alarma, las cifras subían y subían, no dejaban de subir. Entonces apareció el miedo, que en su justa medida no es más que un arma para combatir los peligros, un mecanismo de defensa.
Y aquí, en un segundo piso, pasamos los tres esta etapa que sin duda aparecerá en los libros de historia de nuestros nietos. Digo en un segundo piso, y me siento afortunado de ello. Aún sin un patio al aire libre donde poder salir con nuestra hija, pudimos asomarnos a nuestro diminuto balcón y poder recibir esos rayos de luz que te ayudan a subir tu estado de ánimo. Y vimos esos programas de televisión, sin público, que se reventaban haciendo videollamadas a famosos que mostraban todo lo que estaban sufriendo en sus lujosas casas. O aquellos vídeos en las redes sociales de futbolistas pasándose la pelota de jardín a jardín. Pero en nuestra mente estaban las familias que vive con varios hijos en 50m2 o menos, personas que viven en la calle que ni siquiera tienen donde pasar la cuarentena, o la mujer que pedía limosna en la puerta del supermercado. Y pensamos y rezamos por aquellos países en los que Misevi está presente, donde sabemos que el remedio del confinamiento puede llegar a ser peor que la enfermedad. Porque se vive al día, porque se compra por montoncitos la verdura y no por kilos (o cuartillas) o los huevos de unito en unito, en lugar de docenas, porque la plata no da para más. Es imposible no pensar en tantas personas conocidas con nombres propios.
La frase que tanto sonó durante todo este tiempo: “Todo va a ir bien”, casualmente pone título a una canción de Luis Guitarra, una canción que ya antes de la pandemia me gustaba oír por las mañanas y fue la banda sonora de nuestras primeras semanas encerrados. Una frase que más que una seguridad de lo que va a venir en el futuro, creo que marca un estilo de vida. Un estilo de vida que nos lleve a ser felices cada día, sin perder la fe en un mundo mejor y sin olvidar que tenemos aún mucho camino por andar y mucho por construir.
Dicen que “esto” nos va a hacer mejores aunque no para de asombrarnos la crispación política y social, los oportunismos y egoísmos… Pero sabemos que lo bueno siempre gana aunque se manifieste en rayitos de luz aparentemente frágiles. Y es que no hemos parado de asombrarnos de toda la solidaridad surgida. Nosotros mismos hemos visto cómo tanta gente se ha volcado con las necesidades que están surgiendo en Bolivia y Angola.
Y es que el Dios de la Vida siempre gana. Ese “todo va a ir bien” iba acompañado de arcoíris pintados con ilusión por niños y grandes. No en vano Dios ya hizo su promesa a Noé: “Esta es la señal del pacto que establezco para siempre con ustedes… He colocado mi arco iris en las nubes, el cual servirá como señal de mi pacto con la tierra”. Como creyentes queremos pensar, queremos soñar que Dios sigue pactando con nosotros un futuro de esperanza.
No nos queda más que dar GRACIAS a tantas personas que han arrimado el hombro y dar GRACIAS a Dios porque en medio de la oscuridad siempre, siempre hay lugar para una nueva vida.
Juanlu Moreno
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