Mónica Villar comparte con nosotros sus vivencias en la Asamblea Internacional de Misevi celebrada del 23 al 25 de febrero de 2018. Desde Misevi España le damos las gracias por asumir este nuevo reto y decir «sí» sin condiciones.
20 de febrero, salgo hacia Salamanca para acompañar, servir y ayudar en todo lo que pueda, al Equipo Coordinador de Misevi Internacional en la Asamblea. Voy llena de ilusión por el mero hecho de encontrarme con misioneros de otros países que dedican cada minuto de su Vida a “servir a los Pobres, nuestros amos y señores”.
En esos momentos, no podía imaginar lo que Dios tenía preparado para mí. Días después el miedo y la inseguridad se apoderaron de mí… durante unos instantes al escuchar que la Asamblea me había votado para estar en el Nuevo Equipo Coordinador. El abrazo del Padre Tomaž, la confianza que mi familia tiene en mi y el apoyo de mi comunidad de Misevi España ayudaron a que respondiera “SI” a este nuevo servicio que contribuye a fortalecer mi ya conocida vocación vicenciana. Y esa noche recordé la frase de Santa Luisa de Marillac “por el amor que te debo, me abandono enteramente a las disposiciones de tu santa voluntad”.
A partir de entonces, todo ha sido una montaña rusa de emociones y situaciones. Poco a poco, en estos dos meses, he sido consciente de que estoy dentro de un equipo integrado por personas increíblemente generosas y con unos dones extraordinarios. Un equipo liderado por San Vicente de Paúl para hacer Vida el Evangelio y me doy cuenta, que ahora más que nunca, mi disposición hacia la Misión debe ser de total entrega, fidelidad, humildad y servicio a la Caridad. Me asombro cada día al ver, la grandeza de la Familia Vicenciana, no sólo de los misevis sino también del resto de las ramas que conforman la FamVin, en las que sus miembros llevan el Amor de Dios de forma efectiva y afectiva a todos los rincones del Mundo.
Siempre quise Ser Misionera y Estar en Misión. Me educaron las Hijas de la Caridad, fui JMV y tras un proceso de formación y discernimiento vocacional me convertí en Misionera Seglar Vicenciana. Ahora Dios me ha dado la oportunidad de abrazar con mi Oración y sostener con mi trabajo diario a mis queridos hermanos Misioneros esperando que encuentren en mí, una persona confiable a la que puedan acudir con sus incertidumbres, anhelos, esperanzas y encontrar una respuesta a sus necesidades. Soy consciente de mis limitaciones y me siento tan pequeñita que en no pocas ocasiones siento que no voy a poder hacerlo bien, pero me viene la frase de San Vicente de Paúl “Dadme un hombre de Oración y será capaz de todo” y vuelve la confianza en mi capacidad para aprender, en lo cabezota que puedo llegar a ser y sobre todo en Nuestra Virgen Milagrosa que desde siempre me ha tendido sus rayos iluminando aquellos proyectos en los que me he comprometido.
Queridos misevis, rezar para que mi mirada esté siempre puesta en el Corazón del Pobre, sólo así seré capaz de realizar bien la tarea que se me ha encomendado durante los próximos cuatro años.
Un abrazo de Paz y mi Oración diaria
Comentarios recientes