La situación de mortalidad en África es compleja y multifacética, influenciada por una combinación de factores históricos, sociales, económicos y políticos. Muchos países africanos enfrentan altos niveles de pobreza, lo que limita el acceso a una alimentación adecuada, agua potable, atención médica así como a unas condiciones de vida dignas.
África presenta una carga significativa de enfermedades infecciosas como el VIH/SIDA, la malaria, la tuberculosis y enfermedades tropicales desatendidas. La alta prevalencia de estas enfermedades es debida, entre otras causas, a unas condiciones socio-económicas desfavorables y a sistemas de salud débiles. Este continente es vulnerable a los efectos del cambio climático, como son sequías e inundaciones, que afectan la producción agrícola y la seguridad alimentaria. Y por último, la falta de acceso a la educación y la información sobre salud puede contribuir a prácticas perjudiciales para la salud y una menor capacidad de respuesta a la enfermedad.
Voy conociendo diferentes historias vitales de los niños y niñas con los que comparto mi día a día y, en muchas de ellas, está muy presente la perdida de la madre de recién nacidos por una malaria fuerte, por SIDA, u otros motivos
Ello me hace reflexionar sobre la falta de calor que han tenido en sus primeros meses de vida. Las experiencias y sensaciones que viven en los primeros meses influyen decisivamente en la formación de su personalidad. Sin dejar de lado la lactancia materna, el niño se queda sin esa alimentación, y hay que sacarles adelante a través de diferentes medios como por ejemplo con el Programa de leche, que se lleva a cabo en el puesto de salud de las Hijas de la Caridad, en el barrio de Cassai, aquí en Lobito (Angola).
Isabel Muñoz
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