Mi nombre es Valeria Coronel, tengo 40 años, soy de Córdoba, Argentina. Formo parte del grupo misionero Sembradores Vicentinos desde sus comienzos en el año 2012, hoy feliz de ser parte de Misevi.
Este mes Octubre Misionero celebramos desde Misevi como Iglesia uniéndonos a las propuestas de la OMP Argentina y Diócesis de Córdoba y como familia vicentina realizando actividades como Rosario misionero, celebrando misa, todo por vía Zoom entre las sedes (de las provincias de San Juan, Santiago del Estero, Buenos Aires y Córdoba) de Misevi. Son momentos importantes de poder compartir juntos ya que por las distancias y en este tiempo de pandemia nos es imposible hacerlo personalmente.
En este tiempo de pandemia ha traído muchos cambios, tanto personales como en los lugares donde estar, familia, amigos, trabajo, grupo misionero, pastorales.. Desde lo personal, uno de los desafíos ha sido en los cambios de planes, el año pasado tuve la experiencia de haber estado en la misión de Bolivia, y en este año estaba lo posibilidad de volver a comienzo de año, pero por las circunstancias actuales que se fueron dando se fue posponiendo y eso hizo el volver a organizarse, reacomodarse; cambió los modos de comunicarnos, vernos, no poder seguir visitando las familias que veníamos acompañando desde el grupo misionero… muchos cambios, desafíos.
Como misioneros no fue fácil, nos encontrábamos como comunidad y personalmente con la disyuntiva de cómo continuar acompañando, saliendo al otro sin poder hacerlo en persona. Fue empezar a adaptarse a lo virtual y así seguir en la cercanía y contacto con el otro. Como dice San Vicente “el amor es creativo hasta el infinito” y hoy se hace más presente que nunca sus palabras, la vocación misionera se afianza más, aunque en esta pandemia se puede poner en “jaque”.
Se juegan muchos sentimientos, muchas veces sentir el que no se está haciendo nada, sentir que se está estancado, pero es ahí cuando volviendo la mirada a la persona de Jesús, es que se redescubre que, en cada lugar, momento, se hace misión. Creo; se trata de sólo dar lo mejor, empatizar, hacerse uno con el otro. Es el lugar que nos saca del individualismo, egoísmo, de mirarse a uno mismo, que tanto lo dice el Papa sobre todo en estos tiempos, y abrir el propio corazón y el del otro, es en el darse donde como misioneros, está el comienzo de una hermosa travesía que llena de alegría, plenitud y no acaba.
Pero en este mes misionero se reafirma sobre todo seguir firme en este camino, agradeciendo a Dios cada momento, cada lugar, cada oportunidad de crecimiento, de encuentro con el otro, de modos nuevos y muchos de ellos renovados. Con la búsqueda y el deseo profundo en el corazón de caminar en el lugar donde Dios lo quiera, y crezca esta vocación misionera en cada uno. Que sepamos cuidarla, defenderla, desarrollarla.
Valeria Coronel
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