Del 1 al 4 de Julio, ha tenido lugar en Burgos la 72ª Semana de Misionología Española, con el tema de El futuro de la Misión. En este encuentro formativo de enorme prestigio en torno a la misión ha participado la socia de MISEVI Ana Belén. Aquí os dejamos su crónica:
Cuando se cumplen 100 años de la publicación de la Carta Apostólica Maximum Illud, de Benedicto XVI, el Papa Francisco ha querido convocar, para Octubre de 2019, un Mes Misionero Extraordinario. Haciendo presente esta inquietud, se ha dedicado la semana a tener una mirada hacia el futuro, desde el camino recorrido, abordándose la realidad de la misión desde una triple mirada: el clero, la vida religiosa y los laicos.
Abrió el encuentro Monseñor dal Toso, presidente internacional de Obras Pontificias, destacando que “está absolutamente convencido de que este Papa pasará a la historia por su impulso misionero, que quiere también imprimir en la Iglesia”.
Eloy Bueno nos invitó a “superar la visión de los particularísimos de las iglesias locales y la búsqueda de vocaciones para cada congregación, que se daban a principios del siglo XX, cuando se publicó la Maximum Illud, para tener una visión universal y católica, entendiendo la misión como encuentro entre pueblos, ya que el misionero es embajador de Cristo, no de una nación o congregación”.
Destaca, entre las experiencias compartidas, la de Jesús Ruiz Molina, burgalés, obispo de la diócesis de Bangassou en República Centroafricana, que nos presentó su visión de la realidad de la Iglesia africana donde él vive, entresacando como retos importantes el fuerte clericalismo, la necesidad de formar un laicado responsable a nivel local y la misión Sur-Sur, de África para África. Todo ello en la realidad de Centroáfrica, que se encuentra inmersa en un fuerte conflicto bélico que ha costado la vida de muchos de sus feligreses. Es un reto grande hablar de justicia y paz en un país en donde un tercio de la población está desplazada.
Destacaba, sobre todo, la necesidad de diálogo entre cristianos y musulmanes, ya que, “si no lo hacemos estamos desoyendo a Dios”.
A pesar del dolor vivido y de los retos que descubre, no deja de mirar a África con esperanza y nos invitaba, en la Eucaristía, a “ser testigos de la misericordia de un Dios que quiere que estén todos sus hijos, sin hacer diferencias, que incluye a todos y no quiere que falte nadie”.
También hemos tenido presentes, en este encuentro, a los misioneros burgaleses mártires en la misión con un pequeño acto de homenaje en su memoria.
Por último, se ha realizado un recorrido por el papel de los laicos desde la Maximun Illud hasta hoy, en el proceso de tomar conciencia de esa misión, no como suplencia de nadie, sino como respuesta a la llamada que recibimos y a la misión de evangelizar allá donde cada uno se encuentra o es llamado, con dos consideraciones importantes:
Los laicos no tenemos que “esperar permiso” para participar de esta misión. Nos es propia por el hecho de ser bautizados. El argumento usado de no tener formación suficiente, responde la mayoría de las veces, más a una excusa que a una realidad. Hay que tomar conciencia de nuestro granito de arena y de lo que cada uno podemos hacer y aportar.
Debemos sentir la misión como una identidad propia y profunda: todos estamos llamados a evangelizar y llevamos dentro la identidad misionera y como laicos, tenemos una responsabilidad en la misión.
La invitación es ahora. La mies mucha y los obreros pocos. ¿Estamos dispuestos a responder?
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