Ana López: “Vivir con un pensamiento y una forma de vida tan distinta te hace replantear tus propias creencias, reforzando algunas y viendo que otras quizá no eran tan importantes. Las mujeres miskitas han sido y serán un ejemplo de fortaleza, sencillez, y de cómo relativizar los problemas”

Ana sintió la llamada de la Misión con poco más de 20 años. Un Curso de Misiones y un envío de verano a la Comunidad de Honduras con Juventudes Marianas Vicencianas, hicieron que Ana de Lugo (como era entonces conocida) se convirtiese en Ana de Bolivia y más tarde, de Honduras.

Quien la conoce sabe de su inmensa empatía para compartir la alegría y la tristeza con los otros. Posiblemente, también ha sido testigo de su entusiasmo y creatividad, cualidades que, junto a su formación empresarial, le han permitido dinamizar proyectos de comercio justo, consiguiendo envolver a los de aquí y a los de allá.

Como misionera de Misevi en las comunidades de Bolivia y Honduras, Ana ha tenido la oportunidad de sentarse con otras mujeres para compartir su fe y pensar con ellas la vida.

  • Ana, ya son algunos los años en los que has estado en Honduras, cuéntanos cómo defines a la mujer dentro de la cultura Miskita. ¿Qué papel juega? ¿Cómo se sitúa a nivel cultural y social?

Es una realidad contradictoria y compleja. Si bien llevo aquí un tiempo, tengo la sensación de que me queda demasiado camino como para entenderlas un poquito. Ellas mismas, a veces te dicen que tienes que volver a nacer miskita para entenderlas.
En ocasiones parece que la mujer entra dentro de un rol tradicional como la que atiende la casa, cría los hijos, atiende el marido, cultiva, etc. Sin embargo, cada vez es más frecuente encontrar mujeres que ya no asumen su rol tradicional, desde muy jóvenes tienen hijos pero, como los hombres no se hacen cargo de ellos; les toca hacer de padre y madre, o sus propios padres tienen que hacerse cargo de sus nietos.…

Otra realidad es la de algunas chicas jóvenes que se van a estudiar a la ciudad, y con frecuencia regresan con hijos para dejarlos a cargo de su propia madre, o abuela, y vuelven a la ciudad a “estudiar” pero en su mayoría no concluyen los estudios.El bajo nivel educativo, incluye nivel de español muy bajito, los escasos recursos,… hacen que no les sea posible sacar adelante una carrera, el sueño que les llevo a la cuidad. Esto hace que muchas mujeres, abuelas, tengan que criar nietos, como si fueran hijos, pero sin la salud ni los medios adecuados con frecuencia.

A pesar de lo diferentes que puede ser cada caso, si algo puedo ver en todas ellas, es su fortaleza y su resistencia. Son capaces de echarse encima unas cargas, que a mí me parecen insoportables, de aguantar el dolor hasta niveles realmente increíbles, una capacidad para reponerse de cualquier tragedia humana realmente sorprendente. Son peleonas, tanto que a veces entre ellas mismas se hacen daño, pero generalmente son unas luchadoras maravillosas y cuando se proponen algo lo consiguen. El problema muchas veces es saber qué es ese algo por lo que merece la pena pelear, porque si para ellas no merece la pena, entran en una pasividad que puede llegar a ser irritante. Las mujeres misquitas son coquetas, elegantes, y la mayoría unas cantantes excelentes.

  • Y en el contexto eclesial, ¿qué aporta la mujer a la Iglesia local, a la comunidad en la que comparte su fe?

En la Iglesia de Honduras los laicos tienen un papel mucho más protagónico del que estamos acostumbrados a ver en otros lugares, muchas veces debido a la escasez de sacerdotes.

Aquí puedes encontrarte Delegadas de la Palabra, que acompañan y lideran la comunidad católica (se encargan de hacer la celebración de la Palabra cuando no está el sacerdote), aunque son muchos más numerosos los delegados de la Palabra varones. Este es un rol que asigna la comunidad, si ellos consideran que un hombre o una mujer puede ser un buen líder, lo animan a que se prepare para que sea delegado de la Palabra.
En el caso de los catequistas son muchas más mujeres que hombres, y ellas son las que se van encargando de enseñar a los niños y prepararlos para recibir los sacramentos.

También encontramos ministras extraordinarias de la eucaristía, monaguillas. encargadas de la liturgia, del coro, visitadoras de enfermos, agentes de pastoral social… Creo que muchas de las cosas de Dios se hacen realidad gracias a las mujeres.

  • La cultura miskita tiene una representación social bastante degradada entre los hondureños, y es una gran desconocida para el resto del mundo. ¿Cómo defines esta cultura en el contexto femenino? ¿Qué ritos y qué mitos tiene en relación a la mujer?

Desde mi humilde experiencia, la mujer generalmente cuando se empareja, lleva al compañero a su casa, si bien pueden hacerse una casa propia, estará en el mismo predio junto a su familia, ya que el hombre es el que sale, y las tareas de la casa, se hacen mejor entre las mujeres de un mismo clan. Si tú te vas a casa de tu pareja, probablemente las mujeres de su familia te hagan la vida muy complicada.
Tu valor como mujer lo demuestras en el momento que das a luz, de hecho, es curioso como en la oraciones de la mañana algunas ancianas rezan por una larga lista de padres y hermanas difuntos que pasaron por aquí, para que les toque un fueguito pequeño en el infierno, porque como no tuvieron hijos, allí están.

Sino tienes un hombre, tu vida es realmente complicada ya seas viuda, abandonada, soltera; no está bien visto, porque el hombre es el que trae la comida, pesca, va al monte por leña, hace casas, trae el dinero a casa…si no tienes quien haga esas cosas para ti, tu existencia se complica.
Algo curioso es que si tú quieres hacer los oficios de hombre siendo mujer, o los de mujer siendo hombre, te ponen a prueba, nada fácil, por cierto, pero si demuestras ser capaz de hacerlos, te permiten quedarte con ese rol. Por último, algo que personalmente me parece desgarrador es en el momento del funeral, sólo a la mujer se le permite llorar, (a los varones solo si la difunta es su madre), ellas van gritando un canto recordando la vida del difunto, que se entona con un “Ayyy pobrecita de mí…” y justo en el momento de enterrarlo, gritan, saltan, patalean… Para mí es desgarrador porque esta es la única ocasión que socialmente se pueden quejar, así lloran por los difuntos, y también por todas sus penas y calamidades.

  • Ana, en una economía tan compleja como lo es la miskita, ¿cuál es el papel de la mujer? ¿Cómo lo juega para garantizar la seguridad de su familia?

Creo que tendríamos que redefinir la palabra economía y la palabra seguridad porque aquí no funcionan según los parámetros más o menos universales.
Aquí se piensa en presente, el aquí y el ahora, no suelen pensar en futuro. Si hoy tengo dinero lo gasto, mañana Dios dirá… Se vive el presente.
Las mujeres en su mayoría son las que administran el dinero que el hombre les da, o el que ellas salvan de la cantina, destino de muchos hombres en cuanto cobran. Ellas sacan adelante a las familias con eso, aunque los conceptos de necesidad sean tan dispares a los nuestros.

  • ¿Qué desafíos plantea esta realidad a una mujer misionera, laica y vicenciana como tú?

Vivir en esta realidad, en comunidad, pero sin maridos, como misioneras pero sin ser religiosas, haciendo una opción por los pobres, cuando aquí todos se creen los más pobres entre los pobres (aunque sea un profesional) hace que el día a día sea un reto.
Aquí nos ha tocado enfrentarnos a problemas de salud física y psicológica, a la soledad, al aislamiento, a un cambio de ritmo radical, a tareas duras físicamente, a viajes no siempre tan maravillosos, a la incomprensión, al no ser valoradas, al machismo, a nosotras mismas, a las ideas, a las opiniones, a tus propios límites, a la dificultad de un idioma distinto…
A pesar de todo eso, creo que en unos años, recordaré con cariño el duro entrenamiento de la vida que me regaló la Moskitia, y sonreiré con el corazón, diciendo cuanto aprendí de la vida y de mí misma en aquel hermoso lugar.

  • Entrando en el plano personal, nos gustaría que abordaras en que ha cambiado tu vida viviendo tantos años entre las mujeres miskitas. ¿Qué te ha enriquecido el poder compartir vida con ellas?

Vivir con un pensamiento y una forma de vida tan distinta te hace replantear tus propias creencias, reforzando algunas y viendo que otras quizá no eran tan importantes como tu creías a priori.

Han sido y serán un ejemplo de fortaleza, coraje, fe, sencillez, de relativizar los problemas.

Me han enseñado la importancia de respirar el alma del otro al saludar, para que forme parte de ti. Me han enseñado a cantar con el alma, aunque no seas buena para el canto. A estar, porque cuando no puedes hablar, la presencia hace milagros…la importancia de que alguien te nombre, aunque sea en la lista de los pobres, tantas cosas…infinitas…

Para terminar te proponemos un sueño, si pudieses hacer realidad tus deseos con una varita mágica, cuéntanos qué pedirías:
Para los hombres miskitos,… que encuentren su identidad como pueblo.
Para las mujeres miskitas,… unión entre ellas, qué poderosas serían si se unieran con el corazón.
Para los gobernantes de Honduras en relación a la Moskitia,… que la atiendan y les garanticen eficazmente sus derechos; educación, salud, infraestructura…
Para la Iglesia local miskita,… que hagan vida el Evangelio.
Para las niñas y los niños miskitos,… una buena educación bilingüe.
Para todos los que leemos esta entrevista,.. que no dejen de acercarse a pueblos como el miskito, porque tenemos mucho que aprender de ellos.