La realidad de la población angolana en Lobito o por lo menos lo que he podido percibir de su espiritualidad y compromiso con la religión, no solo la católica, ya que también conviven muchas personas con distintas creencias, es el compromiso e incondicionalidad que profesan.
En cada eucaristía, catequesis o simplemente en los saludos (en los que casi siempre se responde estoy bien, GRACIAS A DIOS) se percibe la importancia de la presencia de Dios es sus vidas que los lleva de la mano a pesar de que muchos estén viviendo o hayan vivido situaciones muy duras, lo cual muchas veces te llevaría a preguntarte: si Dios está conmigo, ¿como me suceden estas desgracias? Podría ser algo que se nos pasase por la cabeza, la pérdida de Dios en la adversidad por no saber ver que Él siempre está ahí y nos lleva en brazos cuando pasamos dificultades como en la parábola de las huellas en la arena.
Sin embargo, la población angolana, a pesar de la evidente pobreza material, mantiene una devoción limpia e integra, manifiesta en actos y palabras. Todos transmiten el mensaje de que todo lo que tienen se lo deben a Dios y es Él el que todos los días los protege. No precisan tener nada para encontrar algo por lo que dar gracias, demostrando la sencillez de la fe y la riqueza que esta supone; se evidencia cómo la fe es el sustento de toda persona.
Además, aquí la expresión de “la fiesta de la eucaristía” recibe un matiz especial, pues realmente se vive como una fiesta, llena de cantos, palmas, bailes e instrumentos. Se canta en todas las misas haya más o menos gente, sea domingo o entre semana. Esa emoción que se transmite también te lleva a vivir la eucaristía de una manera mucho más intensa y participativa.
Otra gran diferencia en las eucaristías que se celebran es el ofertorio, siempre acompañado por supuesto de cantos y bailes: se ofrece gran cantidad de alimentos, bebidas, incluso animales, además de la cesta parroquial en la que todos participan. Nunca me he parado a pesar en la importancia del ofertorio hasta que llegué aquí, tomar lo que Él nos da y devolvérselo, porque nada tenemos si no viene de Dios.
Es muy fácil encontrar a Dios aquí y se vive de forma muy ligera alejada de los falsos ídolos que encontramos en una sociedad llena de bienes, materiales como son los países europeos.
Nazaret Sevilla
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