Cuando escribí estas líneas, nos encontrábamos en el mes de mayo que, muchos lo reconocen como el del trabajador, aunque para muchas otras personas es el de María. A mí esto no me parece coincidencia. María, nuestra madre, nuestra fuerza y nuestra gran cuidadora, nos ha mostrado todo el trabajo que tuvo que realizar a lo largo de su vida y nunca dejó de dar su cariño y su amor por nosotros. Por eso me gustaría dedicar este pequeño artículo a todas aquellas mujeres que, como María, nunca se dan por vencidas.
Desde mi llegada a Angola me he dado cuenta de la cantidad de mujeres que trabajan de día, de tarde y de noche. Mujeres vendiendo a cualquier hora del día, en las calles, en las plazas, haga sol o llueva. Ahí están siempre anunciando a gritos lo que venden, y siempre con una sonrisa en la boca. Algo que me ha hecho cuestionarme muchas veces ¿qué cara tengo yo cuando estoy trabajando? Las veo como caminan y caminan durante el día con el peso de los artículos sobre su cabeza, comida, artículos de limpieza, frutas,… Hacen que parezca fácil, como si fueran máquinas preparadas para ello. y esto me ha sorprendido aun habiendo escuchado, antes de llegar, que la mujer es un gran motor en la economía de este país. La diferencia es que ahora que lo estoy viviendo lo entiendo.
Y aun así me cuestiona y me provoca más preguntas, ¿cómo una persona que está su mayor parte del tiempo trabajando es capaz de cuidar de sus hijos y de su casa y aun así tener esa simpatía y esa actitud de ayudar? ¿Cómo alguien es capaz de seguir haciendo cosas sin parar? Se podría decir que admiro esta capacidad, las tomo como un ejemplo a seguir, y creo que puedo seguir aprendiendo mucho de ellas, de su voluntad, de su perseverancia, de su fuerza, … pero sobre todo de la alegría y felicidad que transmiten. Por todas estas razones mencioné a María al principio de este artículo, porque cada vez veo más claro el rostro de Maria en ellas. Pero sobre todo en las sonrisas que ensombrecen todo lo malo que les pueda pasar o la vida tan complicada que puedan tener.
Gracias a ellas he aprendido que, por muy mal que lleves el día siempre debes sonreír ya que así, la vida te sonreirá a ti también. Ellas trabajan muchas horas para conseguir dinero para alimentar a su familia, de ahí sacan su fuerza, de saber que al final del día su familia tendrá alimentos y con esa felicidad, el cansancio y todo lo malo desaparece.
Me gustaría lanzar algunas cuestiones que me han venido a la cabeza … ¿En qué se basa nuestra felicidad? ¿Dejamos que las nubes nos impidan ver el final del camino y abandonemos antes de terminar? ¿Eres capaz de encontrar la felicidad en las pequeñas cosas que te da la vida?
Mi respuesta a estas preguntas es muy sencilla, siempre he pensado que la felicidad va ligada al esfuerzo y desde hace un tiempo eso cambió. Empecé a disfrutar de cada cosa que veía, que vivía, de cada cosa que pasaba en cada instante de mi vida, Esto provoca que poco a poco vaya esquivando esas nubes de mi camino y guiándome por esos rayos de luz que me da la vida. Y tú, ¿estás viendo los rayos de luz?
Hay muchos sentimientos y muchas emociones que no se pueden explicar con palabras, yo gracias a mis pequeñas reflexiones y a todo lo que ha pasado en mi vida lo estoy empezando a entender. es por ello que quiero darles las gracias a Dios y a la Virgen Maria, por hacerme ver estas pequeñas cosas de la vida y enseñarme mediante ellas a seguir sus caminos.
Adrián Henríquez.
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