Diariamente escucha mensajes sobre cómo decir no a la violencia, qué debe denunciar, que no es aceptable lo que vive cada día; aún así, calla. Un día, pensó en decir algo, participó con él en las sesiones de mediación familiar, pero después de eso, nada cambió. Permaneció el silencio.
¿Por qué las mujeres callan? ¿Qué hay más allá de ese silencio? Eso es lo que quiere discutir el equipo de trabajo de Omõla Wasandjuka (en lengua umbundu significa infancia feliz). Desde la puesta en marcha del proyecto en 2016, el acompañamiento de las familias estaba entre los objetivos, sabiendo que la violencia doméstica era una de las problemáticas presentes en los barrios identificados.
Por definición, Omõla Wasandjuka es un proyecto de intervención socioeducativa, familiar y comunitaria con foco en la primera infancia, siendo los niños y niñas la puerta de entrada para intervenir en sus familias. Un psicólogo (voluntario) está disponible para escuchar, orientar y, cuando es necesario, mediar. Cuando esto no es suficiente es necesario acudir a instancias judiciales. Y también, en este proceso las familias, principalmente las mujeres son acompañadas, escuchadas, orientadas.
João Luis, nuestro colaborador, siempre insiste en la necesidad de entender el sentido del sufrimiento en nuestras vidas y cómo solo cuando encontramos ese sentido podemos tener acceso a la llave del cambio para reducirlo. ¿Es entonces el silencio una herramienta de reducción de sufrimiento social por ser el papel cultural de la mujer el de quien debe soportar y no el de quien reivindica y provoca conflicto abiertamente dentro de la familia?
El equipo de trabajo del Omõla (psicólogo, educadores, equipo de coordinación) se depara constantemente con casos de violencia en los que la propuesta familiar es que la mujer debe aguantar y no hacer ni decir nada. Del contacto directo con el problema, surgen inquistaciones como esta: si la sociedad en general entiende que el silencio está en la base de la perpetuación de la violencia y que es parte del problema y no de la solución, ¿por qué entonces no hace nada? ¿cuál es la motivación cultural por detrás de todo esto?
Para encontrar respuestas, este equipo con el apoyo de Misevi Angola, pretende liderar una investigación social que, partiendo de la experiencia del Omõla Wasandjuka, facilite un debate abierto de diferentes grupos sociales (jóvenes, mujeres, líderes comunitarios y religiosos, personal del sistema educativo, de salud y de Justicia, etc.) sobre el porqué del silencio y su arraigo cultural.
Desde Misevi, creemos que, solo desde el diálogo social en torno al tabú podremos dejar de poner parches y comenzar a instalar nuevas dinámicas sociales que permitan acabar con la violencia contra la mujer y niños/as dentro del ambiente familiar.
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