Delmy es de San Pedro Sula, Honduras y tiene 46 años. Está por cumplir 16 años viviendo en Sacaba, un pueblo en la región de Cochabamba en Bolivia, y es la cabeza del Centro Sigamos. Con su equipo de 14 personas. Desde 2013, se dedica a la atención especializada de niños y jóvenes con discapacidad, así como a niños y adolescentes con dificultades de aprendizaje, estos últimos de los cuales van a escuelas regulares. Los niños y jóvenes provienen de circunstancias difíciles y viven en gran pobreza. Antes de llegar a Bolivia, Delmy trabajó en varios proyectos sociales en El Salvador y Honduras.
Un día mundial de las misiones, unió su vida en matrimonio junto a German, en la que celebran este año sus 20 primaveras de aquel excepcional momento, en la que unieron sus vidas, y desde entonces, viven su vocación misionera en matrimonio, estando al lado de los más empobrecidos, y formando familia junto a sus hijos.
Aunque este mes misionero lo celebramos con mayor énfasis, para mis todos los días son especiales para celebrar y dar gracias a Dios por el día que viví junto a los demás.
En este mes misionero, tengo mucho que agradecerle a Dios, que hasta ahora nos mantiene con salud en medio de una pandemia que no ha sido obstáculo para llegar a los demás. En la medida de lo posible, estar junto a los demás ha sido nuestra opción. La pandemia golpea duramente a los más vulnerables, que los convierte en una profunda situación de pobreza y exclusión social de lo que ya estaban acostumbrados a vivir desde años atrás. Esto hace que cada familia por ahora tenga que trabajar “en lo que sea” ante unas elecciones en Bolivia. Pero la gente en Bolivia tiene unas ideas fabulosas que hacen reinventarse y estar dispuestos a trabajar a lo que sea para salir adelante, y llevar cada día un plato de comida a la mesa.
Por otro lado, vivimos de primar mano, la vulnerabilidad al derecho a la educación, donde no ha habido opciones y nuestras autoridades han dado por clausurado el año escolar, después de un par de meses con clases virtuales, que para una población era una opción que daba la oportunidad para que los estudiantes encontraran un rato ocupados en medio de la tecnología a través del estudio. Sin embargo, la otra población, que no cuenta ni siquiera con un teléfono móvil para que pudiera recibir sus clases virtuales, pues la cosa no ha sido igual para todos. Pero aquí, nadie pensó en el derecho a la ecuación. Clausurar fue lo más fácil para todos.
En medio de todo lo que sufre por lo que nos esta dejando la pandemia, hay muchas cosas porque darle gracias a Dios, porque en medio de estas de desgracias, siempre hay gente con mucha fortaleza, iniciativas que te asombras que con reinventa su vida para volver a iniciar.
Esta iglesia que no necesita de grandes cosas para darse cuenta de que con esfuerzo la vida es mas bonita cuando pones el corazón para llevar la salud y felicidad a los suyos.
Por eso, en este día, les invito a pensar qué tendrías que reinventar en tu vida para ser un poco más feliz.
Delmy Ruth Lanza, misionera de MISEVI.
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