La misión de un misionero de MISEVI siempre ha de ser la de hacer visible el proyecto de Jesús, el Reino de Dios. La pandemia nos sitúa en un escenario de desafío para el ser humano: Cuidar y cuidarnos. Debemos siempre de estar cerca y tratar de cuidar, especialmente a aquellos que están solos. Que haría Jesús en esta pandemia?. Sin duda cuidarse, cuidar a los suyos y cuidar a los que están solos y viven en una situación de extrema vulnerabilidad.
La asistencia no forma parte prioritaria de nuestra pastoral misionera pero hoy se vuelve una acción de solidaridad necesaria. Llevar alimentos, medicamentos y kit de bioseguridad a las casas hoy forma parte de nuestra tarea misionera. Estamos en el umbral de las 1000 familias a las que se les ha llevado alimentos, que nos han abierto las puertas y con ello sus vida y corazón.
Las noticias nos muestran una cara de la pandemia: las estadísticas, los peores augurios, el miedo quizás… Pero un cristiano, un misionero de MISEVI, tiene que mirar en primer lugar al ser humano, como lo haría Jesús. Esta mirada nos lleva a descubrir La realidad más allá de las noticias. Es la realidad que nos transmiten las personas, los que viven el quedarse en casa sin alimentos, los que elaboran barbijos o mascarillas con tela sobrante de alguna ropa vieja, los que vivían al día y hoy no tienen absolutamente ningún recurso, los que ven peligrar su vida bajo un techo porque no tienen como pagar un alquiler, los hogares con hijos que no tienen clases por internet porque ni tienen internet ni sus unidades educativas tienen recursos para ello,… pero son estas personas las primeras que nos indicarán el camino para levantarse, porque saben levantarse. Toda su vida es experiencia de soportar la adversidad y encontrar caminos para no quedarse en la tragedia. Ellos y ellas son los que nos mueven a salir del confinamiento.
Y descubrimos nuevas pobrezas. Por un lado, la pandemia ha agudizado las que ya existían: la pobreza extrema hoy identificada con la ausencia total de alimentos, la realidad de muchas familias de sufrir en riesgo la permanencia en su hogar por no tener recursos para un alquiler, el riesgo a la vida por carecer de acceso a medicamentos para enfermedades crónicas y graves… la pandemia sin duda está aumentando el número de familias que viven en pobreza extrema. La pobreza que nos hace mirarnos solo a nosotros en este mundo tan individualista donde el capital financiero está por encima del humano (“las cosas” por encima de las personas, el tener por encima del ser), ha evidenciado que el esfuerzo común es lo único que nos puede ayudar a superar esta situación.
Aprender vivir con miedo tiene que ser el resultado del miedo actual al contagio que paraliza a las personas. El miedo no no puede paralizar y sí tiene que hacer variar en algo nuestro actuar, pero en libertad, con capacidad de decidir lo que es y no es adecuado, aprender a cuidar y cuidarnos.
German Sanchez
Misevi en Bolivia
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