Eva Guerrero nos cuenta su experiencia participando sobre todo en los proyectos de salud de nuestra comunidad en sacaba (Bolivia)
Me llamo Eva Guerrero, soy médico y he tenido el placer de compartir 2 meses con la comunidad misionera de Sacaba (Bolivia). Durante mi estancia, he podido participar de las distintas áreas de intervención en las que allí se trabaja.
Como actividad predominante he colaborado en el centro médico parroquial de atención primaria Virgen de África, donde se atienden pacientes de todas las edades y, sobre todo, de escasos recursos. Muchas veces es el único sitio donde pueden acudir. Especialmente me ha llamado la atención el caso en particular de los ancianos, en ocasiones totalmente abandonados por sus familias e incluso por las mismas instituciones públicas, que sólo necesitan la escucha, apoyo y acompañamiento que no reciben por otro lado. He tenido la oportunidad de aprender de grandes profesionales del centro médico que trabajan el día a día con ilusión, empatía y una gran capacidad de resolución en todo tipo de patologías, tanto agudas como crónicas, con los escasos medios de los que se dispone. Además, he participado en una de las campañas de atención al anciano en la casa de las Hijas de la Caridad en Chimboco, que realizan desde el centro médico con cierta periodicidad.
Algunas tardes al terminar en el centro médico, iba a la casa de acogida del Centro de Atención a la Mujer (CAM), donde están acogidas mujeres que han sufrido algún tipo de violencia familiar junto con sus hijos/as. Allí hemos realizado talleres de temas relacionados con el ámbito sanitario como son enfermedades de transmisión sexual y métodos anticonceptivos, higiene personal, alimentación saludable… Ha sido una experiencia muy enriquecedora para mí, puesto que en todo momento he tenido la sensación de estar aprendiendo mucho más de lo que yo estaba ofreciendo. Durante mi estancia han sido varias las mujeres que han entrado y salido de la casa, pero todas me han aportado algo. Son auténticas guerreras que no se rinden pese a las adversidades y obstáculos que se han ido cruzando en su camino.
Aunque en menos ocasiones, también he tenido la oportunidad de cooperar en algunas de las actividades del Centro Sigamos; un proyecto que acoge a niños/as y jóvenes con diferentes tipos de discapacidades para ofrecerles una atención integral y dotarles del mayor grado de autonomía en una sociedad en la que siguen estando estigmatizados. He colaborado en el refuerzo escolar que reciben en las aulas y he participado en una marcha por la igualdad e inclusión de niños/as con discapacidad en la ciudad de Cochabamba.
Finalmente, he participado de la Pastoral Penitenciaria que tiene acción en el centro penitenciario San Pedro de Sacaba. Por un lado, realizando talleres de temas de salud como en la casa de acogida comentada anteriormente y, por otro lado, compartiendo con los internos/as los talleres que suelen realizar de cine y preparación al bautismo, comunión y confirmación. Ha sido una experiencia única y que me ha aportado muchísimo… Conocer a los internos/as desde cero, sin saber el motivo por el cuál estaban allí, sin prejuicios, sin juzgar, aprendiendo que todo el mundo merece una segunda oportunidad, que todos tenemos una parte buena que se puede ir cultivando para seguir creciendo.
No me quiero despedir sin dar las gracias a Misevi por brindarme esta oportunidad, ha sido un regalo. A la comunidad por arroparme y hacerme sentir como en casa desde el primer día que llegué. Nunca pensé que en sólo dos meses se podrían hacer lazos tan fuertes… Y, por último, a los misioneros que os quedáis allí por el gran trabajo que realizáis. ¡Sois un ejemplo de vida!
“No podemos asegurar mejor nuestra felicidad que viviendo y muriendo en el servicio de los pobres”
San Vicente de Paúl
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