Ángela Chicharro ha compartido los últimos once años junto al pueblo boliviano y mozambicano, siendo misionera enviada por Juventudes Marianas Vicencianas y posteriormente por Misioneros Seglares Vicencianos. Está casada con Juanlu, igualmente misionero de MISEVI, y tienen una hija llamada África quien nació en Bolivia.
Aunque ha trabajado principalmente en proyectos destinados a la infancia ha tenido la oportunidad de acompañar a muchas madres quienes le han ido enseñando las realidades que viven las mujeres en Bolivia y la acercaron a la cultura quechua, su modo de vivir la fe y cómo afrontar los avatares del día a día.
- Angela, has tenido la suerte de vivir en diferentes culturas, y por ello tienes una visión amplia de lo femenino en diferentes contextos. ¿Cómo definirías a la mujer boliviana con la que has compartido experiencias a lo largo de varios años?
Pues sí, he tenido una gran suerte de poder conocer varias realidades y culturas. Al pensar en esta pregunta me vienen a la mente muchas mujeres, momentos y aprendizajes vividos con ellas. La amplia mayoría de las mujeres que he conocido en Bolivia me permiten afirmar que la mujer boliviana es indudablemente una mujer fuerte y decidida; ejemplo de superación y sacrificio; pilar y motor de la sociedad; sustento económico y moral de la familia; dinamizadora de cambios sociales… Una mujer que no ha tenido la vida nada fácil pero que es sembradora de esperanza.
- ¿Qué papel juega la mujer en la familia, en la cultura y en la Iglesia Boliviana? Y, ¿qué cambios has visto a lo largo de los años en los que has estado en Bolivia como misionera?
Como decía antes son las mujeres las que sostienen la vida familiar, social y eclesial y las que transmiten de generación en generación las tradiciones culturales y, por supuesto la fe.
En el ámbito eclesial, las mujeres son las que “tiran del carro”. Tanto en la pastoral profética como en la pastoral social ellas asumen, en la mayoría de casos, el liderazgo y la responsabilidad en los distintos grupos. En Bolivia, como en casi todo el mundo, la base de la Iglesia es femenina, son las mujeres las que llenan los bancos de los templos, las que enseñan a rezar a sus hijos o nietos, las que mantienen viva la tradición popular, las que ganan en número en los consejos pastorales…
En el ámbito familiar y social, las mujeres se han ido incorporando más al mundo laboral, lo que supone para ellas un “doble trabajo” puesto que siguen siendo las primeras responsables de las tareas visibles e invisibles que conllevan la dinámica del hogar y además realizan una gran labor profesional. En este sentido, desde que fui a Bolivia por primera vez hasta ahora, la mujer y más la mujer rural se ha empoderado y no siente vergüenza de sus orígenes. Hasta no hace muchos años, a la mujer de campo, de pollera (vestimenta tradicional) y quechua como primer idioma, se le miraba por encima del hombro en muchos sectores de la sociedad; hoy, sin embargo, son conductoras del transporte público, líderes sindicales, ministras… No sólo se ha ganado en inclusión, sobre todo, ha mejorado sustancialmente la imagen de sí mismas de muchas mujeres y su manera de proyectarse en la vida y, como consecuencia, la de las futuras generaciones de niñas que tienen en sus madres, tías, hermanas… su primer referente.
- Sabemos que, a diferencia de otros países de América Latina, en Bolivia la presencia de las mujeres en la construcción nacional y en el conflicto social ha sido permanente desde los levantamientos indígenas del siglo XVIII. Tras la independencia, sus luchas han estado ligadas a proyectos globales de transformación y cambio social llevados adelante por sectores subalternos. No obstante, pese a esta presencia, la identidad de las mujeres y sus demandas no han sido incorporadas al sistema político, en especial al sistema de partidos y sindicatos, ejes de la vida pública y social. ¿Por dónde crees que se puede avanzar políticamente para que la mujer tenga el protagonismo que merece en el ámbito público boliviano
En Bolivia tanto en el sistema político como de participación ciudadana tienen un gran peso las bases que posteriormente se han ido organizando en sindicatos o en distintos tipos de organizaciones sociales cuyo peso es evidente a la hora de desarrollar políticas. Tanto en los sindicatos como en todos los movimientos sociales, la mujer ha estado participando en igualdad casi con los hombres desde sus inicios. Y la voz y demanda de las mujeres sí ha sido y es escuchada y tomada en cuenta. Hay mujeres con nombre propio que han dejado una huella importante en la defensa de una vida más digna: Bartolina Sisa, Juana Azurduy, Adela Zamudio (pionera del feminismo en Bolivia), Domitila Chungara (minera y feminista) y muchas más mujeres que no han pasado a la historia.
También hay que destacar que en el momento actual es cuando más protagonismo tiene la mujer y más cabida se está dando a sus reivindicaciones. Hay una amplia representación de mujeres en los ayuntamientos, asambleas departamentales, congreso, por no volver a mencionar los sindicatos y organizaciones sindicales.Creo que hay que seguir fortaleciendo la organización de base, especialmente en el ámbito rural y campesino para que las mujeres sigan encontrando un espacio donde reflexionar e impulsar iniciativas y políticas que mejoren su calidad de vida.
- A nivel personal, te queremos preguntar por ti, mujer, madre y misionera. ¿Qué han aportado las mujeres bolivianas a tu ser, a tu identidad?
Las mujeres bolivianas son el espejo donde me sigo mirando. Cuando estoy ante determinadas situaciones y veo que no llego a todo, no puedo dejar de pensar en Doña Cristina, Doña Delia, las señoras del CAM, tantas compañeras de la pastoral… mujeres con una historia personal difícil que casi siempre solas o sin el apoyo de sus parejas sacan adelante a todos sus hijos, trabajan, lavan la ropa a mano, buscan segundos trabajos para tener algo más de platita… y en ese afán diario, ellas siempre quedan en último lugar, pocas veces se miran y cuidan a si mismas anteponiendo siempre las necesidades de los demás a las suyas propias. El ejemplo de tantas mujeres con nombre propio es el lugar donde quitarse las sandalias porque su vida es tierra santa.
- Ángela, eres madre de una niña nacida en Bolivia. ¿Qué le deseas a las niñas bolivianas?
A las niñas bolivianas les deseo que puedan crecer sin conocer la violencia física o sexual en sus vidas. Sueño para ellas una sociedad que apueste por dar una enseñanza de calidad a niños y niñas. Sueño que crezcan valorando su propia cultura y a la vez descubriendo que el mundo tiene mucho para ofrecerles. Sueño que si tienen pareja, éstas tengan una responsabilidad compartida en las labores del hogar y crianza de sus hijos. Sueño que se puedan desarrollar profesionalmente. Y sobre todo y lo más importante: sueño que sean felices pudiendo ser y hacer en la vida lo que ellas sueñan para ellas mismas.
- Y para ir terminando, una pregunta que tiene que ver con sueños y con las realidades con las que MISEVI trabaja cada día en Bolivia. ¿Cuáles son los desafíos que MISEVI encuentra en la Bolivia femenina? ¿Cuáles son las acciones que ya se llevan a cabo?
La comunidad de misioneros laicos de Misevi en Bolivia lleva acompañando la vida de las mujeres desde sus inicios. Todos los proyectos y acciones que se están acompañando ayudan a mejorar la calidad de vida de muchas mujeres. Un proyecto que trabaje con una determinada realidad como la infancia o discapacidad se traduce también en apoyo directo para muchas madres que pueden así trabajar u ofrecer una atención adaptada a las necesidades de sus hijos.Pero creo que el desafío más grande sigue siendo acompañar a las mujeres que sufren violencia de cualquier tipo y lograr que obtengan una independencia económica para no tener que depender de su pareja agresora. Se calcula que el 80% de las mujeres ha sufrido violencia a lo largo de su vida; por otro lado, la mayoría de los abusos sexuales se producen por familiares directos como padres, hermanos, tíos, maridos… Otra realidad con la que se encuentran muchas mujeres que quieren poner un alto a la violencia que viven es la falta de acompañamiento por parte de sus familias: “mamita aguanta que tu padre me hacía a mí lo mismo”. Todavía hay cierto grado de aceptación social del maltrato intrafamiliar, aunque es cierto que en los últimos años se está mejorando en este aspecto.
En este sentido el Centro de Atención a la Mujer (CAM) está realizando una labor de acompañamiento integral a mujeres que tienen que salir de sus hogares por encontrarse en una situación de riesgo para su vida y la de sus hijos. Desde la casa de acogida a los proyectos productivos como la granja avícola o la artesanía se dan herramientas personales y laborales para que la mujer reconstruya su vida.
Quiero destacar dos acciones que se están llevando a cabo. Por un lado el CAM impulsa el grupo de promotoras conformado por mujeres que han estado en la casa de acogida y que después de un proceso de formación humana y legal acompañan a otras mujeres que inician un proceso de denuncia por violencia.
Otra acción muy importante es el Programa Terapéutico para Varones. Este es un proyecto destinado a hombres que han ejercido violencia en sus parejas y quieren iniciar un proceso para disminuir sus conductas agresivas y violentas.
- Y por último, ¿cómo podemos colaborar los que te estamos leyendo esta entrevista y queremos dar nuestra ayuda para mejorar esta realidad?
Pues una buena manera de colaborar es conocer de primera mano los proyectos que están desarrollando los misioneros de MISEVI en Bolivia y colaborar económicamente tanto con el sostenimiento de las comunidades misioneras a través del Microproyecto 0, como con los proyectos que se desarrollan, bien desde los microproyectos o con colaboraciones desde Misevi.
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