Eva Villar es una mujer a la que su recorrido por la vida la ha hecho crecer en diferentes culturas y en diferentes servicios. Su fe, sembrada en el seno de su familia, creció en un colegio de Hijas de la Caridad que la acercó a JMV donde tuvo la oportunidad de vivir su llamada a la misión. Eva es miembro de MISEVI desde el origen de nuestra asociación y ha sido presidenta de Misevi Internacional en el periodo de 2001 al 2005.
De formación enfermera y maestra de educación especial, en la actualidad trabaja en el Centro Virgen Milagrosa de Sevilla. Ejerce como profesora de Ciclos Formativos y participa de la organización del centro como Directora Pedagógica de Secundaria.
Mujer de una energía vital extraordinaria, madre de tres jóvenes adolescentes y misionera con un compromiso vicenciano y por lo tanto siempre con los excluidos, nos comparte su reflexión sobre la realidad educativa y vicenciana.
- Eva, desde tu experiencia en el mundo de la educación, que es mucha, ¿qué es lo que más te motiva como profesional y como Vicenciana en tu día a día?
La educación, desde mi vivencia personal y en el mundo en el que yo ejerzo, es una puerta que se abre para los jóvenes, para poder tener un futuro diferente o, por lo menos, para ser protagonistas de su futuro y no dejarse llevar por su “suerte” ( aquí he nacido, así son las cosas…).
Es una labor vicenciana colaborar en la apertura de esta puerta, ya que para los jóvenes no es fácil apostar por su formación, estudiar requiere esfuerzo y constancia y el fruto de esto no se ve a corto plazo. Hay que animar, acompañar, motivar, ayudar…
Como vicenciana y como trabajadora de un centro vicenciano descubro en esta realidad una pobreza actual y me realiza estar al servicio en esta labor educativa.
- ¿Cuáles crees que son los desafíos educativos actuales en la sociedad española?
Por supuesto que hay desafíos muy importantes, como convertir al alumno en el protagonista de su aprendizaje y que este aprendizaje sea útil para su vida. Crear una educación que abra puertas a la curiosidad y valore lo aprendido. Encaminar el aprendizaje y la vocación profesional desde las capacidades personales.
Para ello podemos hablar de cambios educativos o de innovación educativa, pero creo que el desafío es contar con maestros y profesores vocacionados a la enseñanza.
Los profesionales de la educación son el referente de los niños y jóvenes. Y si sus modelos ofrecen criterios, valores… los alumnos se impregnarán de la esencia de la educación. Los contenidos están al alcance de todos, el cómo usarlos es el aprendizaje vital.
- Quizás sea meterte en un compromiso, pero existe la sensación de que no hay un verdadero frente común en la Educación. ¿Lo crees así?
No me gusta teorizar sobre educación, no soy una experta, pero creo que en nuestro país deberíamos encontrar el camino hacia un pacto educativo que genere una normativa que a largo plazo ofrezca estabilidad a la educación. Que establezca objetivos que puedan ser evaluables antes del próximo cambio de ley. Que de una línea educativa a algunas generaciones y que podamos ver los resultados.
Para ello hay que convocar una comisión de expertos, y entre los expertos debe haber algo más que teóricos de la educación, algunos maestros y profesores que trabajan día a día con los alumnos podrían aportar grandes ideas a las líneas generales de la educación.
Todos los docentes saben que, desde la llegada de la democracia en España, hemos tenido en vigor un total de 7 leyes educativas, el análisis es fácil de hacer, un gobierno una ley, pero estas leyes a veces responden más a objetivos políticos que a educativos, por ello el pacto por la educación daría estabilidad y visión a largo plazo.
- ¿Qué respuestas sueñas que se podrían dar a los niños, a los jóvenes, a las familias desde nuestro ser Vicenciano?
Creo que las respuestas que se están dando ya son los primeros pasos de este sueño, la educación integral e integradora es el sueño de los Centros Educativos Vicenciano y de sus equipos.
Para ello hay que hacer encaje de bolillos, ya que los centros educativos estamos sujetos en la actualidad a mucha burocracia que viene impuesta a la cual a veces debemos obediencia. Pero también es cierto que somos muchos los profesores que creemos que estar cerca, acompañar los procesos, motivar la autonomía, crear hábitos, favorecer el esfuerzo y la constancia hacen de nuestras escuelas una escuela diferente.
- Son muchos los años en la Educación y nos gustaría que compartieras alguna experiencia educativa que te haya ayudado a crecer como misionera y vicenciana.
No son tantos mis años de experiencia educativa, mi vida en la educación formal es de poco más de 10 años, pero todos los docentes tenemos experiencias que nos marcan y nos hacen crecer.
Os cuento que tenemos en el centro una alumna (Lola) que hace seis años no tenía futuro educativo, no terminaría la ESO y sería carne de cañón en la calle. El trabajo del equipo docente la encaminó (con muy pocas ganas por parte de la alumna) hacia una Formación Profesional Básica, que cursó en 2 años con muchos y variados enfrentamientos. Finalizó con su titulo y solicitó el Ciclo Formativo del Grado Medio de nuestro centro, que cursó con buenos resultados y muchos aprendizajes personales. El curso pasado solicitó el Ciclo Formativo de Grado Superior en Educación Infantil. Su camino formativo hace que muchas veces en nuestros claustros hablemos de ella y de nuestra apuesta por los “pobres”.
Y cuando alguien dice en una reunión este niño no va a conseguir nada, alguno de nosotros recuerda “claro, claro como Lola”.
Este ejemplo nos centra y nos hace retomar nuestra opción educativa centrada en las personas, como educadores Vicencianos, como Misevi, que siguen los pasos del Maestro.
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