Lucía Expósito es una misionera laica que encontró en las personas que forman parte de Misevi un nuevo modo de ser y estar en el mundo, una manera de ser luz que acompaña a quienes se ven en medio de conflictos, situaciones de desigualdad…luchar junto a ellos para conseguir un mundo más justo y libre y, a la vez, caminar junto a estas personas alentándolas en su corazón. Esta manera de hacer efectivo el amor al prójimo, supuso un punto de inflexión en su vida.
Actualmente, Lucía trabaja junto a otras personas, en el área de espiritualidad en Misevi, y dentro de las tareas, se están desarrollando itinerarios para desarrollar el acompañamiento espiritual dentro de Misevi.
- Lucía, iniciamos un nuevo año y el cambio en el calendario suele traer consigo nuevos retos y propósito. Cuéntanos, ¿cuáles son los tuyos para 2019?
Bueno, es verdad que siempre en estas fechas nos marcamos nuevos propósitos a conseguir… A mí me gusta llamarlos sueños porque así parece que el lugar desde donde se piensan y sienten es distinto. Y se trabaja como con más gusto, con más color.
Imagino que os referís a los que tienen que ver con el Área de Espiritualidad… Dentro del área somos un grupo de personas muy diferentes que enriquecen mucho el trabajo, y entre otras tareas, se están preparando oraciones para acompañar durante toda la cuaresma; retiro espiritual anual; trabajar y dar a conocer cómo se vive la espiritualidad dentro de Misevi.
Y, para mí, algo muy apasionante, y es el planteamiento y puesta en marcha del acompañamiento espiritual dentro de Misevi, como si fuese una subcomisión dentro del área, con toda la formación necesaria para desarrollarlo y todas las actividades propias para ir forjándolo poco a poco.
- Sabemos que Misevi España, desde el Área de Espiritualidad, está dando pasos para mejorar la dinámica de acompañamiento de la asociación. ¿En qué consiste esta nueva iniciativa?
Gracias a Dios, hay muchas personas que se están acercando a Misevi, y, como la fortaleza mayor de Misevi son las personas, queremos cuidarlas de forma exquisita para que, además de conocer más a fondo nuestra asociación y las diferentes formas de ser parte de ella, se sientan arropadas e integradas. En este sentido, hemos comenzado primero con seguimiento, conectando a personas, sobre todo a aquellas que tienen inquietud por ser enviadas a misión en un relativo corto plazo de tiempo, con personas de referencia dentro de la asociación, en cada caso las más adecuadas a cada persona teniendo en cuenta muchos factores. Queremos ser luz en su camino, que sientan que no están solas y que su opción por la misión sea elegida con la libertad necesaria para que puedan ser lo más felices posibles.
Nos estamos formando en acompañamiento porque tenemos un máximo respeto a este tema y a las personas, queremos hacer una formación específica para esta red de acompañantes que estamos creando, y soñamos también con poder acompañar a todas las personas que lo precisen dentro de la asociación, aunque de momento, hemos comenzado, como decía, priorizando a estas personas muy motivadas por la misión.
- A grandes rasgos, ¿qué significa el acompañamiento personal?
El acompañamiento espiritual es un modo de ser en relación que suma a favor de la vida, y supone encuentro entre dos personas, acompañante y acompañado, consideradas compañeras, donde el acompañante es mediador para que el acompañado apunte a lo esencial de la vida, la búsqueda y el querer de Dios. Es como disponer y cuidar el clima necesario para que sea el espíritu el que hable, finalmente.
El acompañamiento conlleva muchos matices, pero a grandes rasgos me quedo con Acogida y Escucha.
Como define Lola Arrieta y su equipo, expertos en acompañamiento y con quienes me estoy formando, acompañar es “Acoger la Vida acompañando la vida”. Esta definición resume perfectamente la dimensión vital del acompañamiento.
- Quizás no sea fácil, pero podríamos hablarnos de alguna experiencia enriquecedora en tu vida como acompañante de otra persona. ¿Y como acompañada?
Bueno, por el trabajo que desarrollo como enfermera dentro de un centro penitenciario así como cuando he estado en el extranjero en determinadas misiones, me he encontrado con personas con las que he hecho un cierto camino, a veces con experiencias muy intensas que también forman parte de la vida y otras veces más serenas.
Recuerdo, especialmente, a un niño congoleño, Aaron, que me relató en dialecto lingala una historia muy dura, y a quien traté de escuchar con el alma, porque no lograba entender toda la historia, pero me dijo que no importaba, porque había escuchado su corazón. Con él después hice un camino precioso, y aprendí muchísimo. Y tantas historias y encuentros… Soy muy afortunada, la verdad.
Como acompañada, también podría decir muchos nombres, pero me quedo con Chema, hermano franciscano, y María, misionera dominica, a quien conocí en Isiro, en Congo. Ambos tuvieron la generosidad de ofrecerse para acompañarme en momentos decisivos de mi vida, y aún hoy, María sigue haciéndolo. Con ellos, descubrí el valor de escuchar aquello incluso que la persona no se ha dicho; de ser acogida en cuerpo, mente y corazón y la invitación a una vida más plena.
- Por último Lucía. Si echas un vistazo a tu vida, ¿qué te ha aportado el acompañamiento personal en tu proceso vital?
¡Tantas cosas!, por un lado, como decía antes, el descubrimiento de un modo de ser en relación que supone desarrollarse de una forma mucho más plena. El pararse primero, encontrarse con alguien que te suscite gran confianza para compartir aquello que se quiera; ser escuchada y comprendida. Identificar de manera honesta desde dónde hacemos lo que hacemos supone un cambio de mirada de la vida tan importante que te lleva a vivir de una forma mucho más libre, más plena. Ayudar a discernir…¡ahí es nada!
Ha supuesto aliento en la vida y encuentro con Dios. A mí me parece lo más maravilloso del mundo.
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