Trini Lacarra, coordinadora de Zonas de nuestra asociación comparte con nosotros una reflexión, en estos días en los que casi estamos en Navidad. Con ella queremos desearos no sólo que en Nochebuena y en Navidad podamos captar lo que nos une que es invisible a los ojos, sino todos los días. Es nuestro deseo.
Así comienza la campaña de felicitación de un banco, y así ha llegado a mi bandeja de entrada un texto: “Vivimos un momento del año propicio para los pensamientos inspiradores, para la relación sosegada y amable con quienes nos rodean y, también, para renovar los motivos que fortalecen nuestras decisiones. Es la época en la que festejamos la facultad humana de comenzar de nuevo y siempre. Tiempo en el que recordamos lo invisible que nos une”.
Me ha llamado la atención su rotundidad “Lo invisible que nos une”, y si bien el resto del texto me ha parecido encantador, no es menos cierto que siento que para mi este tiempo es algo más que pensamientos inspiradores… es un tiempo de espera, un tiempo convulso en el que yo en mi pequeñez descubro que Dios me sigue acogiendo con su ternura, un tiempo en el que paro para descubrir que el niño que va a nacer va a cambiar de nuevo nuestra vida, que sigue viva la esperanza, y que ante un mundo de locura, un mundo que a veces nos ahoga y nos deja sin aire,… allí en la oscuridad, en la ansiedad, en la urgencia, en el desarraigo,… en todos esos pesebres Dios va a volver a nacer.
Miro a mi alrededor y veo un mapa con signos de esperanza con advientos que comienzan o que quieren comenzar, veo un Iglesia Hondureña en la que sus obispos puntualizan que en medio de los problemas solo “la esperanza es lo que nos permite mirar hacia el futuro de nuestro país”, veo una iglesia liderada por el Papa Francisco cercano y sensible que nos invita y asegura que vivir el adviento es optar por lo inédito, y que nosotros “no estamos destinados a sueños tranquilos, sino a sueños atrevidos” y que a través de las redes sociales escribe “Jesús conoce bien el dolor de no ser acogido” y pide que nuestros corazones “no estén cerrados como las casas de Belén”.
Siento que somos instrumentos y ternura de Dios aquí en lo pequeño, haciendo, parando, cayendo y volviendo a renacer, tejiendo una red de vidas enlazadas, de momentos de encuentro. De momentos compartidos, de momentos de angustia y momentos de consuelo, una red que regala vida y que en la vida se encarna cada día. Y si, claro el amor nos une, la lucha por un mundo más justo, más libre, más igual nos une, la urgencia nos une, la distancia nos une, lo sagrado que hay en cada una de las personas nos une,… y como le dijo el zorro al principito: He aquí mi secreto que no puede ser más simple “sólo con el corazón se puede ver bien; lo esencial es invisible para los ojos” y eso, LO ESENCIAL es lo que nos une.
Feliz Navidad
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