Quiero ser uno de los buenos
Ante todo sufrimiento, lo que más nos interpela es no entender qué pasó por la cabeza de aquél que cometió la barbarie, que fue capaz de sobreponer su placer o su ideología a la vida y la dignidad de otra persona. Nos faltan argumentos para interpretar las acciones de otro ser humano, que poseyendo la misma naturaleza que la nuestra, muestra su cara más tenebrosa.
Pero lejos de interpretaciones infantiles o cinematográficas el mundo no está lleno de buenos y de malos. Todos nosotros poseemos una doble naturaleza, que está dotada para el bien y para el mal y todos, sin excepción, somos fuente de felicidad y de dolor para otros. Con diferentes grados, en diferentes momentos, pero sin duda, si hacemos un ejercicio de empatía, reconoceremos que la maldad es parte de nuestra naturaleza. Partiendo de este reconocimiento si algo tiene de bueno la visibilización del mal, o de cualquier telediario, es que nos posiciona, nos hace renegar del mal, nos coloca del lado de las víctimas y nos induce a querer ser uno de los buenos.
Es maravilloso encontrar ese afán por ser contado entre los buenos, ser alguien que genere felicidad y no dolor. Y puestos a ello por qué no poder ser parte de la solución de algunas de las realidades de pobreza que afectan a nuestro mundo. Ha llegado la hora de realizar ese voluntariado que siempre quise hacer, tener esa experiencia de ayudar a los que más lo necesitan. Magnífico, ha llegado la hora de ser uno de los buenos…pero para serlo (y no solo parecerlo), deberías responder a las siguientes preguntas:
¿Por cuánto tiempo?
Este es el gran hándicap de nuestra sociedad, no tenemos tiempo para muchas de las cosas que queremos hacer, así que nuestro voluntariado debe incluirse en el periodo de vacaciones: 1 mes, tal vez 2 si eres docente. ¿Es tiempo suficiente? Si alguna vez viajaste fuera de tu país te habrás dado cuenta de cuánto tiempo tardas en adaptarte a la nueva realidad ¿15 días? Piensa al revés: un extranjero que venga a España, tal vez un angoleño, ¿entendería nuestra cultura en 1 mes? ¿sería capaz de hacer algo transformador en ese tiempo? Apenas unas cuantas sonrisas desperdigadas. El compromiso debe ser por más tiempo o por más años; 1 mes todos los años, sí podría ser una solución. Para pasar de la experiencia personal a la acción transformadora se necesita un compromiso estable.
¿Con quién lo haré?
La siguiente gran cuestión es valorar cuál es la organización con la que colaboraré. Es imprescindible conocer sus fines, sus proyectos, su historia, su situación en el país y conocer las personas que están detrás de ella. Generalmente ese conocimiento hará que los vínculos personales crezcan y ese afán por ser bueno realmente se convierta en un bien productivo. Son las organizaciones, compuestas por personas, las que tienen la capacidad transformadora, no los individuos solitarios. Las organizaciones posibilitan la permanencia en el tiempo de acciones que realmente transformen la realidad. Aunque no todas son capaces de ir más allá del paternalismo, que lo único que consigue es prorrogar el sufrimiento. Dos claves entonces para la búsqueda de una organización con la que involucrarse: estabilidad + transformación de la realidad.
¿Qué preparación necesito?
Sin duda la más importante es la preparación humana, el sentido común y una moral íntegra. Todavía recuerdo a los cooperantes de Pemba (Mozambique) que de día trabajaban en un centro de prevención de SIDA y cada noche se liaban con una adolescente diferente, a cambio de cualquier regalo, generando una bolsa de prostitución a su alrededor. Eso no se estudia, ni se prepara, pero se necesitan personas que antepongan lo que van a realizar a cualquiera de sus necesidades.
En segundo lugar se necesita una formación académica que te coloque en situación de poder aportar conocimientos y/o destrezas, más si la experiencia es por poco tiempo, donde habrá que concretar mucho más tareas concretas y dependientes de la formación previa.
Y, por último, una formación previa sobre el lugar al que se va a colaborar, su historia, su cultura, la sociedad, la política…cuanto más mejor. Un voluntariado en otro país debe prepararse con meses de antelación.
¿Por qué quiero hacerlo?
No olvidemos esta pregunta. Intentemos identificar la motivación última, ¿la satisfacción personal? ¿El reconocimiento social? ¿El “hay que hacer de todo en esta vida”? Pongámonos en la piel del pueblo que nos acoge, que al mismo tiempo que lleva siglos sufriendo el azote de la pobreza, debe además acoger a personas que esconden bajo su altruismo una necesidad de auto-satisfacción. Ahondemos en nuestra motivación, porque solo una motivación justa y digna hará que nuestro aporte sea real y válido.
¿Para qué hacerlo?
Aquí reside la gran clave que puede justificar la necesidad que todos tenemos de querer ser uno de los buenos. Solo respondiendo a esta pregunta podremos alejarnos de necesidades personales, acumulación de experiencias, exhibicionismo y/o turismo solidario.
El para qué, entonces, yo lo tengo claro. Yo quiero ser uno de los que no causen dolor, de los que no generen angustia y, al menos, ligeramente, pueda ser fuente de esperanza para otros.
Seamos unos de los buenos, pero de los buenos de verdad.
Israel Peralta
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